AMLO y Trump: papas calientes

La visita a EU y su encuentro con el presidente Donald Trump podría representar para el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, como cruzar por un campo minado, por los diferendos en temas comerciales y energéticos que se vienen acumulando y que, desde la perspectiva estadunidense son contrarios a sus intereses.

A los riesgos políticos que implica la visita a EU y el encuentro con su homólogo —quizás el más importante, la posibilidad de que Trump sea derrotado y triunfe Joe Biden, con todas las consecuencias que representa—, hay que sumarle una cargada canasta de papas calientes en la relación bilateral.

Aunque todavía falta ver si se concreta o no la visita, lo cierto es que se están acumulando las quejas e inconformidades de las empresas internacionales de energía en contra de los cambios de las reglas del juego en el mercado de la energía en México.

Adicionalmente, el gobierno estadounidense presentará dos controversias contra México por la negativa a la aprobación de productos biotecnológicos ó transgénicos y por las reformas laborales incumplidas por México y que implicaron el retraso en la firma del nuevo acuerdo comercial.

La advertencia la hizo en días pasados, el representante comercial estadunidense Robert Lighthizer, a menos de dos semanas de la entrada en vigor del nuevo acuerdo comercial entre México, EU y Canadá, el T-MEC.

Ayer, el embajador de EU en México, Christopher Landau dijo y, luego se desdijo, que “no es momento oportuno para invertir en México”. En un twit posterior trató de suavizar lo que había dicho frente a los industriales agremiados a la Concamin que lidera Francisco Cervantes.

En la red del pajarito escribió: “lo que dije es que los inversionistas buscan la certidumbre, y que no hay nada peor que cambiar las reglas del juego”.

Sin embargo, de acuerdo con la transcripción de sus palabras,   textualmente dijo: “…tampoco les puedo mentir, tampoco les puedo decir que es un momento oportuno para invertir en México. Se ven cosas muy desalentadoras para la inversión extranjera y en varios sectores, obviamente hemos visto cosas preocupantes”.

Por otra parte, ayer 25 de junio, mismo, desde muy temprano se difundió en México la carta que le envió Chet M. Thompson, presidente de la American Fuel & Petrochemical Manufacturers, al presidente de EU, en la que acusa que el gobierno mexicano ha tomado múltiples pasos para restringir las inversiones actuales y futuras de los EU en el mercado energético mexicano.

No es cualquier organización. Se trata de la organización que agremia a casi todos los industriales manufactureros de refinación y petroquímica estadunidenses y emplea a 3.5 millones de trabajadores.

El año pasado, exportaron a México 1.2 millones de barriles diarios de productos refinados a México.

Esa cantidad representa el triple de las exportaciones de hace una década y el 20% de los productos refinados de exportación de EU. El poderoso dirigente recuerda que en virtud de la liberación del sector energético que hizo México en el 2013, por primera vez en la historia permitió que compañías estadounidenses invirtieran miles de millones de dólares en México en almacenamiento, ductos e infraestructura que han permtido apoyar la demanda del mercado mexicano eficientemente.

Sin embargo —advierte— recientes medidas adoptadas por el gobierno mexicano amenazan el progreso que se ha alcanzado.

Menciona el retraso de permisos para desarrollar infraestructura, cancelar permisos de importación, crear vacíos y exenciones en regulaciones que favorecen a empresas estatales como Pemex.

Tales acciones, dice Thompson, amenazan no solo las inversiones que han realizado las empresas estadunidenses, sino tambien a los ingresos futuros y empleos estadunidenses.

Al final se plantea serias preguntas sobre si tales acciones del gobierno mexicano son permisibles bajo la ley mexicana y las obligaciones de México bajo la nueva USMCA.

México no tarda en ser presionado por el gobierno de EU, por los temas comerciales, pero sobre todo por el energético.

Ambos países tienen muchas papas calientes en la relación bilateral. Al tiempo.

Fuente: El Economista

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